viernes, 27 de febrero de 2015

LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA (II): Vivamos con María la Cuaresma....


Segundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)
 
Considera el agudo dolor que María sintió cuando ella y José tuvieron que huir repentinamente de noche, a fin de salvar a su querido Hijo de la matanza decretada por Herodes. Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus privaciones durante tan largo viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en la tierra del exilio. Madre Dolorosa, alcánzame la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de mi vida.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Oración final

Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre.
Amén.

sábado, 21 de febrero de 2015

"SE QUEDO EN EL DESIERTO CUARENTA DÍAS, DEJÁNDOSE TENTAR POR SATANÁS" - Reflexiones de Cuaresma: (Ciclo B)

Después de pasar 40 días en retiro ayunando en el desierto, Jesucristo fue tentado por Satanás (Mc. 1, 12-15).; Jesucristo fue “sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero a El no lo llevaron al pecado” (Hb.4,15).;Lamentablemente a nosotros las tentaciones sí pueden llevarnos a pecar, pues éstas encuentran resonancia en nuestra naturaleza, la cual fue herida gravemente por el pecado original.

No podemos pretender, entonces, no tener tentaciones. Ni siquiera podemos pretender nunca pecar, pues aun los santos han pecado y nos dice la Sagrada Escritura que el santo peca siete veces (cfr. Prov. 24, 16).
Sin embargo, la clave del comportamiento ante las tentaciones nos la da esa cita de los Proverbios: “el justo, aunque peca siete veces, se levanta, mientras que los pecadores se hunden en su maldad”. La diferencia entre el que trata de ser santo y el pecador empecinado no consiste en que el santo no peque nunca, sino que cuando cae se levanta, mas el pecador empecinado continúa sin arrepentirse y cometiendo nuevos pecados.

Nadie puede eludir el combate espiritual del que nos habla San Pablo: “Pónganse la armadura de Dios, para poder resistir las maniobras del diablo. Porque nuestra lucha no es contra fuerzas humana ... Nos enfrentamos con los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del mal” (Ef. 6, 11-12).

Nadie, entonces, puede pretender estar libre de tentaciones. Es más, Dios ha querido que la lucha contra las tentaciones tenga como premio la vida eterna: “Feliz el hombre que soporta la tentación, porque después de probado recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que le aman” (Stg. 1, 12).

Las tentaciones de Jesús en el desierto nos enseñan cómo comportarnos ante la tentación. Debemos saber, ante todo, que el demonio busca llevarnos a cada uno de los seres humanos a la condenación eterna. De allí que San Pedro, el primer Papa, nos diga lo siguiente: “Sean sobrios y estén atentos, porque el enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar” (1 Pe. 5, 8).
Luego debemos tener plena confianza en Dios. Cuando Dios permite una tentación para nosotros, no deja que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas. Tenemos que saber y estar realmente convencidos de que, junto con la tentación, vienen muchas, muchísimas gracias para vencerla. “Dios no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. El les dará, al mismo tiempo que la tentación, los medios para resistir” (1 Cor. 10 ,12).

¿Cómo luchar contra las tentaciones? La oración es el principal medio en la lucha contra las tentaciones y la mejor forma de vigilar. “Vigilen y oren para no caer en tentación” (Mt. 26, 41). “El que ora se salva y el que no ora se condena”, enseñaba San Alfonso María de Ligorio.

¿Qué hacer ante la tentación? Despachar la tentación de inmediato. ¿Cómo? También orando, pidiendo al Señor la fuerza para no caer. Nos dice el Catecismo: “Este combate y esta victoria sólo son posibles con la oración” (#2849).

“No nos dejes caer en tentación”, nos enseñó Jesús a orar en el Padre Nuestro. La oración impide que el demonio tome más fuerza y termina por despacharlo. Sabemos que tenemos todas las gracias para ganar la batalla. Porque... “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rom. 8, 31).
Y después de la tentación ¿qué? Si hemos vencido, atribuir el triunfo a Quien lo tiene: Dios, que no nos deja caer en la tentación. Agradecerle y pedirle su auxilio para futuras tentaciones. Si hemos caído, saber que Dios nos perdona cuántas veces hayamos pecado y, arrepentidos y con deseo de no pecar más, volvamos a El a través del Sacramento de la Confesión.

(homilia.org)

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA: (Ciclo B)


Lecturas de la liturgia:

Primera Lectura: Génesis 9,8-15
"El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio"


Dios dijo a Noé y a sus hijos: "Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra." Y Dios añadió: "Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes."

Salmo Responsorial: 24
"Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza."


Señor, enséñame tus caminos, / instrúyeme en tus sendas: / haz que camine con lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R. Recuerda, Señor, que tu ternura / y tu misericordia son eternas. / Acuérdate de mí con misericordia, / por tu bondad, Señor. R. El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace caminar a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes. R.

Segunda Lectura: I Pedro 3,18-22
"Actualmente os salva el bautismo"


Queridos hermanos: Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

Evangelio: Marcos 1,12-15
"Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían"


En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio."

viernes, 20 de febrero de 2015

LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA (I): Vivamos con María la Cuaresma...


Primer Dolor - La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)

Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes palabras con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce Jesús. Querida Madre, obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis pecados.


-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.

Oración final:


Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre.


Amén.

lunes, 2 de febrero de 2015

A TEÓFANO VÉNARD - Poesía de Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia.

Santa Teresa del Niño Jesús y San Teófano Vénard,  Sacerdote de las MIsiones Extranjeras, martirizado en Tonkín a los 31 años de edad, beatificado en 1909 por San Pio X y canonizado, junto a 116 martires vietnamitas, en 1988 por San Juan Pablo II.

Mártir angelical, ¡oh Teófano santo!,
los elegidos cantan tus loores,
y en los coros angélicos
el encumbrado serafín se siente
honrado de servirte.
No pudiendo mezclar en el destierro
mi voz con la sublime santa voz de los cielos,
quiero, al menos, tomar mi lira en tierra extraña
para cantar con ella tus virtudes.


Fue tu breve destierro como un canto muy dulce
que supo conmover los corazones.
Tu alma de poeta
hacía, a cada instante, brotar flores,
flores para Jesús.
Y al elevarte a la celeste esfera,
hasta tu último canto
fue un canto juvenil de primavera.
Al morir, murmuraste:
"¡Yo, que soy un efémero,
me voy al cielo azul, voy el primero!"

¡Afortunado mártir, al borde del suplicio
tú gustaste la dicha de sufrir!
Sufrir por Dios te pareció delicia.
Tú supiste vivir y supiste morir
alegre y sonriente.
Cuando el verdugo quiso abreviar tu tormento,
replicaste enseguida:
"¡Cuanto más largos sean mi dolor y mi martirio,
mayor valor tendrán, estaré más contento <3>!"

¡Oh lirio virginal!,
en la plena y hermosa primavera
de tu vivir
escuchó el Rey del cielo tu deseo.
Tú eres "la rosa abierta
que para su recreo cortó Dios".
Ya no estás desterrado,
los bienaventurados admiran tu esplendor.
Eres rosa de amor,
la inmaculada Virgen
de tu aroma respira la frescura.


Apréstame tus armas, ¡oh soldado de Cristo!,
yo quiero aquí en la tierra,
por salvar a los pobres pecadores,
sufrir y combatir a la sombra de tu palma.
Dame tu protección, sostén mi brazo,
por ellos luchar quiero en incesante guerra
y tomar al asalto el reino de mi Dios.
El Señor a la tierra no vino a traer paz,
sino fuego y espada.


Yo amo esa playa infiel,
la que fue blanco de tu amor ardiente:
hacia ella volaría gozosamente yo,
si un día mi Jesús me lo pidiese.
Mas yo sé que a sus ojos se borran las distancias
y el universo entero es sólo un punto.
Mi flaco amor y mis pequeños sufrimientos,
bendecidos por El,
hacen amar a Dios más allá de los mares.


¡Ah, si yo fuese flor de primavera
que cortar pronto mi Señor quisiera!
¡Oh, mi mártir glorioso, te conjuro,
baja del cielo a mí en mi postrer momento!
Que de tu amor las llamas virginales
me abrasen en la vida,
y un día pueda ser yo de las almas
que forman tu cortejo...
 
 (Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz - 2 de febrero de 1897.)


TEÓFANO VÉNARD Y TERESA DE LISIEUX: DOS ALMAS QUE SE ENCONTRARON EN EL "CAMINITO".

Pintura del Santo, en las Misiones Extranjeras, en París.
La espiritualidad que desarrolla Teófano Vénard tiene mucho en común con la de Teresa de Lisieux, la futura Doctora de la Iglesia.  

Teresa de Lisieux describe su espiritualidad como la del "caminito" o de la infancia espiritual. A pesar de que ya habia desarrollado la mayor parte de su pensamiento espiritual antes de descubrir la historia de Teófano Vénard en noviembre de 1896, muchos de los elementos muestran grandes similitudes entre sus espiritualidades. Estas similitudes son, probablemente, la causa de la reverencia de Teresa por Teófano Vénard: después de leer sus escritos, ella exclama: "Estos son mis pensamientos, mi alma es como la suya."

Los dos principales similitudes de la espiritualidad  de Teófano Vénard y Teresa de Lisieux se relacionan en lo que se describe como la infancia espiritual, y el deseo de la Misión. La infancia espiritual puede ser descrito como una espiritualidad de la confianza en Dios a pesar de o debido a la debilidad y pequeñez, como un niño frente a su padre, lo que lleva a aceptar y ofrecer a Dios por el amor. La segunda característica común es el inmenso deseo por la misión (no hay que olvidar que Teresa de Lisieux es patrona de las misiones y que en sus ultimos meses de vida deseaba, si Dios le concedia la curación, irse a un nuevo monasterio carmelita en Hanói, Vietnam). 

La misión y el martirio están tan estrechamente vinculados al siglo XIX, sobre todo en las Misiones Extranjeras de París, muchos de los cuales mueren mártires a causa de la persecución en Asia. La misionología desarrollada por San Teófano Vénard es similar en muchos aspectos a la que Teresa de Lisieux se desarrolla en sus escritos.