sábado, 28 de noviembre de 2015

"CUANDO EMPIECE A SUCEDER ESTO, LEVANTAOS, ALZAD LA CABEZA: SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN" - Reflexiones de Adviento: (Ciclo C)

 
Terminó el Ciclo Litúrgico “B” con la Fiesta de Cristo Rey, pero las lecturas de Adviento, al comienzo del Ciclo “C”, siguen en la misma tónica de los últimos domingos del Tiempo Ordinario. Parecería que las lecturas se estuvieran repitiendo. Y es que el Año Litúrgico comienza con la venida de Cristo y termina con la venida Cristo.

De allí que se le llame a Cristo el Alfa y la Omega, el principio y fin de todo. De allí que la Liturgia de Adviento, preparatoria de la Navidad, nos lleve constantemente de la primera venida de Cristo (Natividad=Navidad) a su segunda venida en gloria (Parusía).

“Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra” (Jr. 33, 14-16). Es sólo una frase tomada de la Primera Lectura del Profeta Jeremías. Y en estas breves palabras, que, analizadas gramaticalmente forman una oración compuesta por una oración principal y por una complementaria, la principal nos habla de la venida histórica de Cristo y la complementaria nos habla de su segunda venida. Es una muestra -en una sola frase- del vaivén de la Liturgia de Adviento entre la primera y la segunda venida de Cristo.

La oración principal nos habla de “un vástago santo, proveniente del tronco de David”. Nos está hablando de Jesús descendiente de David que nacerá y -por supuesto será santo. La oración complementaria nos habla decuando ese descendiente de David venga a ejercer “la justicia y el derecho en la tierra”. Y esto no sucederá sino al fin de los tiempos cuando venga a establecer su reinado definitivo sobre la humanidad.

La salvación de la humanidad la obtuvo Cristo durante su vida en la tierra, más específicamente con su pasión, muerte y resurrección. Pero esa salvación se realizará sólo en aquéllos que aprovechen los méritos de Cristo, al responder con su sí a la Voluntad Divina.

Y esa salvación se realizará plenamente sólo al fin de los tiempos cuando, como nos dice el Evangelio de hoy (Lc. 21, 25-28.34-36) “verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad”.

En el final del Ciclo Litúrgico, de los pasados domingos, las lecturas nos invitaban a pensar en la segunda venida de Cristo en gloria. Las lecturas del Adviento nos invitan a prepararnos para esa venida.

En la Navidad -es cierto- celebramos la venida de Cristo en la historia, cuando comenzó su reinado.

Celebramos el cumpleaños de Jesús -y eso nos pone alegres y festivos. Por esa razón la Navidad es época de alegría y regocijo.

Pero esa primera venida de Cristo -como un niño, el Niño Jesús nacido en Belén de Judá- nos recuerda que su reino comenzó hace 2015 años, que ese Reino se va instaurando en cada corazón que cumple la Voluntad Divina, y que ese Reino se realizará plenamente cuando El mismo vuelva en la Parusía y ponga todas las cosas en su lugar.

De allí que nuestra vida -toda nuestra vida- debiera ser un continuo “adviento”, una continua preparación a la segunda venida de Cristo, que pudiera sorprendernos en cualquier momento, igual que pudiera sorprendernos en cualquier momento nuestra propia muerte. De ninguna de las dos cosas -ni de nuestra muerte ni de la segunda venida de Cristo- sabemos el día ni la hora. Por eso hay que estar siempre preparados.

Y ¿qué significa esa “preparación”? Podríamos resumirla en las palabras de San Francisco de Sales: “vivir cada día de nuestra vida como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra”.

Y ... ¿vivimos así? ... ¿O más bien evadimos pensar en esa realidad, tan cierta como segura, del final de nuestra existencia -porque muramos- o del final de los tiempos, -porque venga Cristo en la Parusía? ¿O tal vez pensamos que luego nos arreglaremos, que mientras tanto mejor es gozar y vivir como nos provoque?

¿Es esto “adviento”? ¿Es esto “preparación”? ¿Es que no sabemos lo que nos estamos jugando? Es nada menos que nuestro destino para toda la eternidad.

La Segunda Lectura San Pablo (1 Ts. 3, 12-4,2) hace eco de lo mismo: La futura venida de Cristo. Nos dice el Apóstol que desea “que el Señor conserve nuestros corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús en compañía de todos sus santos"

Y el Señor es claro: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento … permanezcan alerta”. (Mt. 13, 33-37) ¿Nos estamos preparando para eso?

¿Cómo prepararnos? En el Evangelio de hoy vemos que el Señor es claro el Señor también sobre cómo prepararnos: “Velen y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del Hombre”.
 
(Homilia.org)

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO: (Ciclo C)

Lecturas de la liturgia:
 
Primera Lectura: Jeremías 33, 14-16
"Suscitaré a David un vástago legítimo"


"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia"."

Salmo Responsorial: 24
"A ti, Señor, levanto mi alma."


Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

Segunda Lectura: I Tesalonicenses 3, 12-4, 2
"Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva"


Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

+ Evangelio: Lucas 21, 25-28. 34-36
"Se acerca vuestra liberación"


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."

miércoles, 4 de noviembre de 2015

SOLO JESÚS - Poesia de Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia

 
Mi corazón ardiente quiere darse sin tregua,
siente necesidad de mostrar su ternura.
Mas ¿quién comprenderá
mi amor, qué corazón
querrá corresponderme?
En vano espero y pido
que nadie pague con amor mi amor.
Sólo tú, mi Jesús,
eres capaz de contentar mi alma.
Nada puede encantarme aquí en la tierra,
no se halla aquí la verdadera dicha.
¡Mi única paz, mi amor, mi sola dicha
eres tú, mi Señor!

Tú supiste crear un corazón de madre,
por eso encuentro en ti
al más tierno y amable de los padres.
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!,
tu corazón es para mí más dulce
que el corazón más dulce de una madre.
A cada instante y paso
me sigues en mis pasos y me guardas.
Cuando te llamo, acudes prontamente.
Y si, tal vez, parece que te escondes,
tú mismo vienes en mi ayuda luego
para poder buscarte.

En ti solo, Jesús, mi afición pongo,
corro a tus brazos, a esconderme en ellos.
Como un niño pequeño quiero amarte,
como un bravo soldado luchar quiero.
Como un niño, te colmo de caricias,
y de mi apostolado en la palestra
como un guerrero a combatir me lanzo...

Tu corazón divino,
que guarda y que devuelve la inocencia,
no es capaz de frustrar mis esperanzas.
En ti, Señor, reposan mis deseos:
después de este destierro,
al cielo a verte iré.
Cuando la tempestad se alza en mi alma,
levanto a ti mis ojos,
y en tu tierna mirada compasiva
yo leo tu respuesta:
"¡Hija mía, por ti creé los cielos!"

Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas
ante ti están y te encantan, mi Señor.
Los serafines forman en el cielo
tu corte, y sin embargo
tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos.
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!,
a los que amo seguiré yo amando.

(Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz - 15 de Agosto de 1896)


 Poema Musicalizado por Natasha St-Pier y Grégory Turpin en el album "Vivre d'amour":