La
razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta
teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser
Corredentora del género humano.
a) Por su divina Maternidad: Es
el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad
con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.
En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebirá:
"Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de
David su padre y en la casa de Jacob reinará eternamente y su reinado
no tendrá fin" (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama "Madre del Señor"
(Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina,
pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con
razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de
todas las criaturas cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad
coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).
b) Por ser Corredentora
del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo
parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede
afirmarse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una
virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En
consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio
de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa
junto a la Cruz.
`Ta Beatísima María debe ser llamada Reina, no
sólo por razón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó
íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey
nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino también nuestro Redentor, con
cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser
Madre de Dios sino también, como nueva Eva, porque fue asociada al
nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).
Duermo, pero mi corazon vela... ''Ahora solo me guia el abandono, no tengo ya otra brujula''
sábado, 22 de agosto de 2015
sábado, 15 de agosto de 2015
viernes, 14 de agosto de 2015
DONDE MURIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA?
Para responder a esta pregunta hay que responder primero dónde vivía la Santísima Virgen cuando tuvo lugar su muerte.
La más antigua y general tradición de la Iglesia señala que María había vivido en Jerusalén en los últimos años de su vida. Sin embargo hubo algunos que emitieron la opinión que la Virgen había vivido en Efeso y que allí había muerto.
Con respecto de Efeso, es conocido por muchos turistas la llamada “Casita de la Virgen”, donde supuestamente habría vivido la Madre de Dios con San Juan al final de su vida en la tierra y donde, por lo tanto, habría muerto.
La historia de este sitio comienza recientemente, a fines del siglo 19, cuando se descubrieron cerca de Efeso las ruinas de una capilla que en la antiguedad llevaba el nombre de “Puerta de la Toda Santa”, posiblemente dedicada a la Virgen, y que se encontraba adosada al monte Bulbul-Dag (Monte del Ruiseñor). Nos dice el Padre Joaquín Cardoso que el propietario hizo correr la voz de que las ruinas eran de una casita en la que habitara María con San Juan al final de su vida y que por consiguiente allí habría tenido lugar la Asunción.
El Padre Cardoso apoya su afirmación en investigaciones y varios autores: Monseñor Duchesne, Monseñor Baunard (Rector de la Universidad de Lille), Monseñor Le Camus, documentos todos escritos también a fines del siglo 19.
Hoy en día lo de Efeso son unas ruinas reconstruidas en piedra, donde muestran a los turistas cada aposento de la casa y cada sitio donde supuestamente tuvo la muerte, la Asunción, etc.
Son unos cuantos los argumentos en favor de Efeso, pero la gran generalidad de la tradición eclesiástica señala a Jerusalén como el sitio donde la Virgen vivió sus últimos días en la tierra. Y el argumento principal a favor de Jerusalén es la cronología del Nuevo Testamento.
Según la cuenta del Padre Cardoso, por la Sagrada Escritura sabemos que San Juan no fue a Efeso sino mucho después de la muerte de San Pablo, por allá en el año 67. Por otro lado, María tenía 15 años cuando dió a luz al Salvador y 48 cuando murió Jesús en la cruz. Si hubiera ido a Efeso cuando fue San Juan (año 67) para ese momento hubiera tenido más de 82 años. A esta edad habría que añadir los años que pasara en Efeso. Habría etonces muerto María casi de 90 años de edad.
Pero la Tradición de los Padres de la Iglesia señala el final de los días de María en la tierra entre los 63 y los 69 años de edad. Con esto se deduce que no fue con San Juan a Efeso, ni vivió allí nunca, sino que murió en Jerusalén unos 15 años después de la muerte de Jesús, cuando San Juan todavía estaba en Jerusalén evangelizando, junto con San Pedro y San Felipe, las ciudades de Palestina.
Es cierto que San Juan saldría de vez en cuando de Jerusalén. Es por ello que San Pablo no lo consigue allí en su primera visita a esa ciudad en el año 43 o 44. San Pablo nos dice que sólo encontró allí a Pedro y Santiago. (cfr. Gal. 1, 18-20). Sin embargo, sabemos que San Juan, una vez llegado a Efeso, no volvió a salir de esa zona. Así que no pudo haber estado en Efeso en ocasión de esa visita de Pablo a Jerusalén. El mismo San Pablo nos relata que cuando por segunda vez fue a Jerusalén en el año 50, es decir, 15 años después de su primera visita, sí encontró a Juan en Jerusalén (cfr. Gal. 2, 1 y 9). Fue en esa segunda visita cuando tuvo lugar en la Ciudad Santa la gran Asamblea de los Apóstoles, antes de que éstos se dispersaran por el mundo entero conocido hasta el momento. (cfr. Hech. 15) .
(Homilia.org)
La más antigua y general tradición de la Iglesia señala que María había vivido en Jerusalén en los últimos años de su vida. Sin embargo hubo algunos que emitieron la opinión que la Virgen había vivido en Efeso y que allí había muerto.
Con respecto de Efeso, es conocido por muchos turistas la llamada “Casita de la Virgen”, donde supuestamente habría vivido la Madre de Dios con San Juan al final de su vida en la tierra y donde, por lo tanto, habría muerto.
La historia de este sitio comienza recientemente, a fines del siglo 19, cuando se descubrieron cerca de Efeso las ruinas de una capilla que en la antiguedad llevaba el nombre de “Puerta de la Toda Santa”, posiblemente dedicada a la Virgen, y que se encontraba adosada al monte Bulbul-Dag (Monte del Ruiseñor). Nos dice el Padre Joaquín Cardoso que el propietario hizo correr la voz de que las ruinas eran de una casita en la que habitara María con San Juan al final de su vida y que por consiguiente allí habría tenido lugar la Asunción.
El Padre Cardoso apoya su afirmación en investigaciones y varios autores: Monseñor Duchesne, Monseñor Baunard (Rector de la Universidad de Lille), Monseñor Le Camus, documentos todos escritos también a fines del siglo 19.
Hoy en día lo de Efeso son unas ruinas reconstruidas en piedra, donde muestran a los turistas cada aposento de la casa y cada sitio donde supuestamente tuvo la muerte, la Asunción, etc.
Son unos cuantos los argumentos en favor de Efeso, pero la gran generalidad de la tradición eclesiástica señala a Jerusalén como el sitio donde la Virgen vivió sus últimos días en la tierra. Y el argumento principal a favor de Jerusalén es la cronología del Nuevo Testamento.
Según la cuenta del Padre Cardoso, por la Sagrada Escritura sabemos que San Juan no fue a Efeso sino mucho después de la muerte de San Pablo, por allá en el año 67. Por otro lado, María tenía 15 años cuando dió a luz al Salvador y 48 cuando murió Jesús en la cruz. Si hubiera ido a Efeso cuando fue San Juan (año 67) para ese momento hubiera tenido más de 82 años. A esta edad habría que añadir los años que pasara en Efeso. Habría etonces muerto María casi de 90 años de edad.
Pero la Tradición de los Padres de la Iglesia señala el final de los días de María en la tierra entre los 63 y los 69 años de edad. Con esto se deduce que no fue con San Juan a Efeso, ni vivió allí nunca, sino que murió en Jerusalén unos 15 años después de la muerte de Jesús, cuando San Juan todavía estaba en Jerusalén evangelizando, junto con San Pedro y San Felipe, las ciudades de Palestina.
Es cierto que San Juan saldría de vez en cuando de Jerusalén. Es por ello que San Pablo no lo consigue allí en su primera visita a esa ciudad en el año 43 o 44. San Pablo nos dice que sólo encontró allí a Pedro y Santiago. (cfr. Gal. 1, 18-20). Sin embargo, sabemos que San Juan, una vez llegado a Efeso, no volvió a salir de esa zona. Así que no pudo haber estado en Efeso en ocasión de esa visita de Pablo a Jerusalén. El mismo San Pablo nos relata que cuando por segunda vez fue a Jerusalén en el año 50, es decir, 15 años después de su primera visita, sí encontró a Juan en Jerusalén (cfr. Gal. 2, 1 y 9). Fue en esa segunda visita cuando tuvo lugar en la Ciudad Santa la gran Asamblea de los Apóstoles, antes de que éstos se dispersaran por el mundo entero conocido hasta el momento. (cfr. Hech. 15) .
(Homilia.org)
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