Un posible milagro atribuido presuntamente a los padres de Santa
Teresita del Niño Jesús, los beatos Louis Martín y Zélie Guerin, podría
llevar a los esposos franceses a la canonización.
La historia de la curación milagrosa de una niña recién nacida de
Valencia, España, quien nació prematura y presentó diversas
complicaciones al nacer, entre ellas una hemorragia cerebral grave, hace
ahora parte el documental "Milagro de fe y de vida en Valencia",
que presentó recientemente el Servicio Audiovisual Diocesano del
Arzobispado de Valencia, con el que la jurisdicción eclesial española
busca promover el milagro que podría impulsar la canonización de los
beatos padres de Santa Teresita.
Tal como notició la agencia AVAN -medio de comunicación de la
Archidiócesis de Valencia-, el trabajo audiovisual, de 16 minutos de
duración, muestra imágenes inéditas de la ciudad de Lisieux, Francia,
así como la apertura y la clausura de la fase diocesana del proceso
canónico para el presunto milagro, eventos que han tenido lugar en la
Archidiócesis de Valencia. El milagro El documental narra cómo ocurrió el nacimiento de Carmen -la niña que
se curó milagrosamente- el 15 de octubre de 2008. La pequeña, quien
nació prematura presentó una hemorragia cerebral y varias complicaciones
pulmonares y en el corazón. El dictamen de los médicos era "esperar lo
peor". "Fueron días de gran sufrimiento, Carmen seguía muy grave, los
antibióticos no tenían ningún efecto, los médicos la atendieron con
todos los medios posibles, pero pareció que no se podía hacer nada más.
Todo el mundo pensaba ya cómo prepararse para el funeral", se relata en
el reportaje. Con la esperanza que su bebé se podría recuperar, el padre de la
niña, con gran fe, decidió correr al Monasterio de las Carmelitas
Descalzas de Serra para orar, en principio, a Santa Teresita del Niño
Jesús, ya que la pequeña Carmen había nacido en el día de la santa.
Pocos días después la Priora del Convento, la hermana María Asunción
Marco, les dijo a los padres de la niña que se encomendaran a los
esposos Louis Martín y Zélie Guerin -padres de Teresita- quien estaban
recién beatificados y el milagro aprobado y atribuido a su mediación
había ocurrido con un niño italiano que tenía una malformación pulmonar.
Los padres de Carmen, así como los familiares y amigos de la niña,
comenzaron una cadena de oración, y muy pronto la pequeña comenzó a
presentar signos de recuperación. Hoy, a sus 5 años, Carmen goza de
perfecta salud. El proceso Diocesano y la Santa Sede La historia llega a oídos del Postulador de la Causa de Canonización
de los esposos Martín, y la Archidiócesis de Sevilla abre la causa
diocesana para el estudio del presunto milagro. El proceso sobre la curación "científicamente inexplicable" ya ha
sido remetido a la Santa Sede, que luego de un estudio minucioso podría
determinar el milagro que elevaría a los altares a los padres de Santa
Teresita del Niño Jesús. (Fuente: http://es.gaudiumpress.org )
Extracto de la Ceremonia de Beatificación de Luis Martín y Celia Guérin:
Últimas Noticias: Los Beatos Luis Martin y Celia Guerin seran canonizados en octubre de 2015 durante la clausura del Sinodo de la Familia. Lee toda la información aquí.
El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa
de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó
de manera directa y cercana su profundo amor hacia nosotros,
apareciéndose ante una niña de 14 años llamada Bernadette, Santa Bernardita Soubirous.
La historia de la aparición empieza cuando Bernardita, quien nació el 7
de enero de 1844, salió, junto a dos amigas, en búsqueda de leña en la
Roca de Masabielle. Para ello, tenía que atravesar un pequeño río, pero
como Bernardita sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y
las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a
un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.
Fue en ese momento, que Bernardita experimenta el encuentro con Nuestra
Madre, experiencia que sellaría toda su vida, "sentí como un fuerte
viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las
ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se
estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima
Señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría
morirse con tal de lograr volverla a ver".
"Ella venía toda
vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y
una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo,
creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos; pero levantando la
vista vi de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de
que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque
cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola
toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me
arrodillé. Vi que la Señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo
hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba
las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las
cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía
también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió
otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció".
A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita en la
misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho
creyendo que su hija estaba inventando cuentos -aunque la verdad es que
Bernardita no decía mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se
trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido
volver a la roca y a la gruta de Masabielle. A pesar de la
prohibición, muchos amigos de Bernardita le pedía que vuelva a la gruta;
ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre. El señor
Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de
febrero.
Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias
personas, que con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar
lo narrado. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario;
es en ese momento que Nuestra Madre se aparece por tercera vez.
Bernardita narra así esta aparición: "Cuando estábamos rezando el tercer
misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente como la
vez anterior. Yo exclamé: 'Ahí está'. Pero los demás no la veían.
Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de
dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la
cruz. Yo le dije: 'Si vienes de parte de Dios, acércate'. Ella dio un
paso hacia delante".
Luego, la Virgen le dijo a Bernadette:
"Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y
la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este
mundo, sino en el otro".
Luego de este intenso momento que
cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones se corrió
por toda el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso,
aunque otros se burlaban.
Entre el 11 de febrero y el 16 de
julio de 1858 hubo 18 apariciones. Éstas se caracterizaron por la
sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente
de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y
que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros
constatados por hombres de ciencia.
La procesión con velas nos recuerda que La
Virgen da luz a Jesucristo, Luz del Mundo, quien se manifiesta a su
pueblo por medio de Simeón y Ana.
No se sabe con certeza cuando se
iniciaron las procesiones en relación a esta fiesta, pero en el siglo X
ya se celebraban con solemnidad. Después de la procesión los cirios se
llevan a las casas para encenderse cuando hubiese necesidad de oración
especial.
Historia de la Fiesta A mediados del siglo V esta
fiesta se conocía como "La Candelaria" o "Fiesta de las Luces". La
Virgen Maria ha dado luz a la Luz del Mundo, Jesucristo y en esta fiesta
El se manifiesta a Simeón y Ana.
Hasta el siglo VI se
celebraba a los cuarenta días de la Epifanía, el 15 de febrero. Ahora se
celebra el 2 de febrero, por ser a los cuarenta días de la Navidad.
De origen oriental, esta fiesta no se introdujo en la liturgia del
Occidente hasta el siglo VII. Al final de este siglo ya estaba extendida
en toda Roma y en casi todo Occidente. En un principio, al igual que en
Oriente, se celebraba la Presentación de Jesús más que la Purificación
de María.
El Concilio Vaticano II restaura esta fiesta a su
origen primariamente Cristológico, celebrándose como la Presentación de
Jesús en el Templo.
Lecturas de la liturgia: (Ciclo A) Primera Lectura: Malaquías 3,1-4 "Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis"
Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que
prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a
quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis.
Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir
el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un
fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor
que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y
presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al
Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como
en los años antiguos."
Salmo Responsorial: 23 "El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria."
¡Portones!, alzad los dinteles, / que se alcen las antiguas compuertas: / va a entrar el Rey de la gloria. R. -¿Quién es ese Rey de la gloria? / -El Señor, héroe valeroso; / el Señor, héroe de la guerra. R. ¡Portones!, alzad los dinteles, / que se alcen las antiguas compuertas: / va a entrar el Rey de la gloria. R. -¿Quién es ese Rey de la gloria? / -El Señor, Dios de los ejércitos. / Él es el Rey de la gloria. R.
Segunda Lectura: Hebreos 2,14-18 "Tenía que parecerse en todo a sus hermanos"
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de
nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló
al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a
todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por
eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote
compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados
del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a
los que ahora pasan por ella.
Evangelio: Lucas 2,22-40 "Mis ojos han visto a tu Salvador"
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés,
los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor,
de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón
será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley
del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces
en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que
aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había
recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de
ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante
todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu
pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se
decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira,
éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será
como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos
corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma." Había
también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una
mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego
viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y
noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel
momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que
aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo
lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad
de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.