Mi
corazón ardiente quiere darse sin tregua,
siente necesidad de mostrar su ternura.
Mas ¿quién comprenderá
mi amor, qué corazón
querrá corresponderme?
En vano espero y pido
que nadie pague con amor mi amor.
Sólo tú, mi Jesús,
eres capaz de contentar mi alma.
Nada puede encantarme aquí en la tierra,
no se halla aquí la verdadera dicha.
siente necesidad de mostrar su ternura.
Mas ¿quién comprenderá
mi amor, qué corazón
querrá corresponderme?
En vano espero y pido
que nadie pague con amor mi amor.
Sólo tú, mi Jesús,
eres capaz de contentar mi alma.
Nada puede encantarme aquí en la tierra,
no se halla aquí la verdadera dicha.
¡Mi
única paz, mi amor, mi sola dicha
eres tú, mi Señor!
eres tú, mi Señor!
Tú
supiste crear un corazón de madre,
por eso encuentro en ti
al más tierno y amable de los padres.
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!,
tu corazón es para mí más dulce
que el corazón más dulce de una madre.
A cada instante y paso
me sigues en mis pasos y me guardas.
Cuando te llamo, acudes prontamente.
Y si, tal vez, parece que te escondes,
tú mismo vienes en mi ayuda luego
para poder buscarte.
por eso encuentro en ti
al más tierno y amable de los padres.
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!,
tu corazón es para mí más dulce
que el corazón más dulce de una madre.
A cada instante y paso
me sigues en mis pasos y me guardas.
Cuando te llamo, acudes prontamente.
Y si, tal vez, parece que te escondes,
tú mismo vienes en mi ayuda luego
para poder buscarte.
En
ti solo, Jesús, mi afición pongo,
corro a tus brazos, a esconderme en ellos.
Como un niño pequeño quiero amarte,
como un bravo soldado luchar quiero.
Como un niño, te colmo de caricias,
y de mi apostolado en la palestra
como un guerrero a combatir me lanzo...
corro a tus brazos, a esconderme en ellos.
Como un niño pequeño quiero amarte,
como un bravo soldado luchar quiero.
Como un niño, te colmo de caricias,
y de mi apostolado en la palestra
como un guerrero a combatir me lanzo...
Tu
corazón divino,
que guarda y que devuelve la inocencia,
no es capaz de frustrar mis esperanzas.
En ti, Señor, reposan mis deseos:
después de este destierro,
al cielo a verte iré.
Cuando la tempestad se alza en mi alma,
levanto a ti mis ojos,
y en tu tierna mirada compasiva
yo leo tu respuesta:
"¡Hija mía, por ti creé los cielos!"
que guarda y que devuelve la inocencia,
no es capaz de frustrar mis esperanzas.
En ti, Señor, reposan mis deseos:
después de este destierro,
al cielo a verte iré.
Cuando la tempestad se alza en mi alma,
levanto a ti mis ojos,
y en tu tierna mirada compasiva
yo leo tu respuesta:
"¡Hija mía, por ti creé los cielos!"
Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas
ante ti están y te encantan, mi Señor.
Los serafines forman en el cielo
tu corte, y sin embargo
tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos.
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!,
a los que amo seguiré yo amando.
(Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz - 15 de Agosto de 1896)
Poema Musicalizado por Natasha St-Pier y Grégory Turpin en el album "Vivre d'amour":
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