Nuestra Santa, no tiene nada que envidiarle a Santas como Teresa de Jesús, Ángela de Foligno o la misma Catalina de Siena!!!. Ella es una mística al puro estilo Colombiano que aunque no recibió visiones extraordinarias si tuvo un contacto con Dios profundo, eterno, transformante y para nada común.
El primero de estos fenómenos místicos ocurre cuando ella solo tiene 7 años, en 1881. Ella lo relata así:
"No
puedo asegurar que esto haya sido a los siete años pero tendría un poco más, si
no fuera en esa edad precisa.
Me
entretenía, como siempre, en seguir unas hormigas que cargaban sus provisiones
de hojas. ¡Era una mañana, la que llamo la más bella de mi vida! Estaba a una
cuadra más o menos delante de la casa, en sitio perfectamente visible. Iba con
las hormigas hasta el árbol que deshojaban y volvía con ellas al hormiguero.
Observaba los saludos que se daban (así llamaba yo lo que hacen ellas entre sí,
algunas veces, cuando se encuentran) las veía dejar su carga, darla a otra, y
entrar por la boca del hormiguero.
Les
quitaba la carga y me complacía en ayudarlas llevándoles hojitas hasta la
entrada de su mansión de tierra, en donde me las recibían las que salían de
aquel misterioso hoyo. Así me entretenía engañándolas a veces y a veces
acariciándolas con grande cariño, cuando... ¿Cómo le diré? ¡Ay! ¡Dios sabe
padre que estas cosas son tan íntimas y que es tan duro decirlas! Sólo la
obediencia las saca fuera. ¡Fui como herida por un rayo, yo no se decir más!
Aquel rayo fue un conocimiento de Dios y de sus grandezas, tan hondo, tan
magnífico, tan amoroso, que hoy después de tanto estudiar y aprender, no sé más
de Dios, que lo que supe entonces. ¿Cómo fue esto? ¡Imposible decirlo! Supe que
había Dios, como lo sé ahora y mucho más intensamente; no sé decir más.
Lo sentí
por largo rato, sin saber cómo sentía, ni lo que sentía, ni pude hablar. Por
fin terminé llorando y gritando recio, recio, como si para respirar necesitara
de ello. Por fortuna estaba a distancia de ser oída de los de la casa. Lloré
mucho rato de alegría, de opresión amorosa, y grité. Miraba de nuevo al
hormiguero, en él sentía a Dios, con una ternura desconocida. Volvía los ojos
al cielo y gritaba, llamándolo como una loca. Lloraba porque no lo veía y
gritaba más. Siempre el amor se convierte en dolor. Éste casi me mata.
Desde
entonces padre, me lancé a Él, era precisamente lo que buscaba, lo que mi alma
echaba de menos. Mis lágrimas por no verlo eran amargas... pero lo tenía. Hoy
todavía siento deseos de gritar al recuerdo de esto y me estremezco".
fue bueno
ResponderBorrarmuy bueno :)
ResponderBorrarESTO ME AYUDO PARA MI TAREA
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