En el año de 1734, El
párroco de la iglesia de San Sulpicio, en Paris, encarga a un joven y
prometedor escultor, probablemente Edmé Bouchardon, estatuas para su iglesia,
incluyendo una virgen, en su advocación de Nuestra
Señora de las Victorias, fundida en plata. Los feligreses se ofrecen para
donar la plata, pero el sacerdote dice que solo recibirá la plata de los
cubiertos de sus hogares... de ahí el apodo de Nuestra Señora de los cubiertos que se dio a la estatua. La imagen
fue derretida durante la revolución francesa en búsqueda del codiciado metal, y
es entonces cuando es reemplazada en 1832 por una reproducción más pequeña de
yeso.
Una imagen como esta, fue la que se le ofreció al joven Luis Martin, futuro padre de Santa
Teresita del Niño Jesús, por un dama ya muy mayor de Alençon, la señora
Beaudouin, muy piadosa y que tenía la confianza de encontrar en él una persona
digna de recibir tal regalo. En 1857 San Luis Martin adquirió una pequeña
propiedad llamada Papillón con una
torre hexagonal en la mitad del jardín, allí subía continuamente para dedicar
largos ratos a la oración en silencio y soledad; era un recinto sumamente
austero, y fue allí donde decidió poner un pequeño altar con la imagen de la
virgen que le habían regalado.
Después de su matrimonio
con María Celia Guerin (futura madre de Santa Teresita), la estatua es
trasladada al nuevo domicilio de los Martin convirtiéndose en el centro de la
liturgia familiar, rodeandola de flores durante el mes de Mayo. Santa Celia a
menudo se encomendaba a la Virgen María y reconocía recibir "favores que sólo yo conozco."
Se le veía continuamente orando junto al altar de María mientras adelantaba algún oficio del hogar, o
cuando sus hijas la dejaban descansar un momento. Incluso la Madre Inés de Jesús (su hija Paulina) en su correspondencia con
Teresa, aseguró que la imagen había hablado a su madre después de la muerte de
su hermanita menor, Elena, en 1870.
Recreación de una escena familiar de los Martin. Detállese la imagen de la virgen de la sonrisa, junto a la cuna de los hijos en el fondo de la imagen. |
Después de la muerte de la madre de Teresita, el 28 de agosto de 1877, la imagen se trasladó junto al resto de la familia Martin a Lisieux, en Normandía, a la nueva casa llamada Les Buissonnets. Allí, donde Teresita viviría la mayor parte de su infancia, es donde ella recuenta como recreaba su oración en el mes de María ante la imagen de la virgen de sus padres, al no poder ir aun a los actos litúrgicos en la Catedral por su corta edad:
“Como era demasiado pequeña para ir al mes
de María, me quedaba en casa con Victoria y hacía con ella mis devociones ante
mi altarcito de María, que yo arreglaba a mi manera. Era todo tan pequeño,
candeleros y floreros, que dos cerillas, que hacían de velas, bastaban para
alumbrarlo. En alguna que otra ocasión, Victoria me daba la sorpresa de
regalarme dos cabitos de vela, pero raras veces.” (Ms A, Cap II)
La estatua de María es
llevada al cuarto de Teresa cuando a los doce años es presa de una extraña
enfermedad nerviosa, esta imagen es la que sonríe a Teresita y alcanza del
cielo su curación definitiva, ella lo relata así:
“De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que
yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una
ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la
«encantadora sonrisa de la Santísima Virgen». En aquel momento, todas mis penas
se disiparon. Dos
gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por
mis mejillas, pero eran lágrimas de alegría sin mezcla de ninguna clase... ¡La
Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído! ¡Qué feliz soy...! Sí, pero no se lo
diré nunca a nadie, porque entonces desaparecería mi felicidad. Bajé los ojos
sin esfuerzo y vi a María, que me miraba con amor. Se la veía emocionada, y
parecía sospechar la merced que la Santísima Virgen me había concedido...
Precisamente a ella, a sus súplicas conmovedoras, debía yo la gracia de la
sonrisa de la Reina de los cielos. Al ver mi mirada fija en la Santísima
Virgen, pensó: «¡Teresa está curada!».” (Ms A, Cap III)
Habitación donde se obro el milagro de la sonrisa de la virgen con la reproducción de la imagen |
Fue por este maravilloso
acontecimiento que la imagen será mundialmente conocida como la
virgen de la sonrisa. En les Buissonnets se conserva una réplica
idéntica de la imagen junto a la cama donde se dio la gracia de la sonrisa de
la virgen a la pequeña Teresa Martin.
Después del fallecimiento
del señor Martin, y con ocasión del ingreso de Celina al Carmelo de Lisieux en
1894, la imagen es llevada al monasterio, donde seguirá siendo venerada por las
hermanas Martin junto al resto de la comunidad. La imagen es entronizada en la
antesala de la celda de Teresita. La santa de Lisieux nos cuenta como a lo
largo de sus años de vida religiosa siguió profesando un tierno amor a esta
advocación familiar, por ejemplo, al comenzar a redactar el manuscrito A, dedicado a la
Madre Inés, Teresita dice haberse encomendado ante esta imagen para escribir su
autobiografía:
“Antes de coger la pluma,
me he arrodillado ante la estatua de María (la que tantas pruebas nos ha dado
de las predilecciones maternales de la Reina del cielo por nuestra familia), y
le he pedido que guíe mi mano para que no escriba ni una sola línea que no sea
de su agrado.” (Ms A, introducción)
También es ante esta
imagen de la Virgen María donde Teresa y su hermana Celina depositan su acto de ofrenda como holocausto al amor
misericordioso, el martes 11 de junio de 1895. Cuando Teresita es
trasladada definitivamente a la enfermería, el 8 de julio de 1897, la imagen de
la virgen va con ella, allí la acompañara hasta el 30 de septiembre de ese año.
Ese mismo día, hacia la seis de la tarde, mientras se cantaba el ángelus, le
dedicaría sus últimas miradas a la imagen de la virgen que en su infancia le
había sonreído, seguramente esperando pronto poder contemplarla de nuevo, pero
esta vez para la eternidad. Solo una hora y veinte minutos más tarde Teresita
volaría a encontrarse con el "águila divina".
Fotografía tomada por Celina, el 1 de octubre de 1897, a su hermana recién fallecida en la enfermería, antes de ser llevada al coro del claustro. |
Con seguridad fue la Santísima Virgen quien presento a su hija, la florecilla, ante el trono de su hijo; así lo hace pensar la primera fotografía que se le toma a Teresa, poco después de su muerte, en la enfermería el 1 de octubre de 1987, donde la imagen ya aparece velando el cuerpo de la futura santa. En los años siguientes la imagen volvería a su altar en la antesala de la celda de Teresita. Allí, en la intimidad del convento, seria cariñosamente adornada y venerada junto a su pequeña hija, pues allí se expone por primera vez dentro del monasterio una pintura-retrato de la carmelita francesa que ya estaba empezando a tener fama de santa por todo el mundo.
Fotografía de la antesala de la celda de Teresita, con el altar a la virgen de la sonrisa, en los años posteriores a su muerte. |
Finalmente, en 1923 (año de la beatificación de Teresita) la imagen es entronizada en la capilla lateral del Carmelo de Lisieux, sobre la urna que guarda las reliquias de Santa Teresita, y donde permanece visible hasta hoy.
Imagen original de la virgen de la sonrisa, sobre la urna de la Santa, en la capilla del Carmelo de Lisieux. |
Articulo por: Jhonatan Alarcón.
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