Venerable Siervo de Dios Rafael
Manuel Almanza Riaño
(*Bogotá, 2 de agosto de 1840 - +Bogotá, 27 de junio de 1927).
Sacerdote franciscano. Hijo
legítimo de Ambrosio Almanza y María del Rosario Riaño, nació el 2 de agosto de
1840 en la casa cural de la Iglesia de la Veracruz, templo del que su padre era
sacristán, y fue bautizado al día siguiente en la Iglesia de las Nieves.
A los 15 años ingresó al noviciado en el Convento de San Francisco, sucediendo mientras adelantaba sus estudios la orden de exclaustración de los conventos religiosos dictada por Tomás Cipriano de Mosquera en 1861, por lo cual debió abandonar la vida claustral, refugiándose en un principio en Engativá y después en Pamplona (Norte de Santander) donde terminó sus estudios y se ordenó sacerdote el 27 de mayo de 1866, bajo el auspicio del obispo Bonifacio Toscano.
Inició su labor pastoral como coadjutor del párroco de Pamplona y después como párroco de San José de Cúcuta, donde salvó a los niños de una escuela, casi proféticamente, durante el terremoto que arrasó la ciudad en 1875, pues ese día había llevado a los infantes a dar un paseo a las afueras de la ciudad.
A raíz de esta catástrofe se destruyó su parroquia y fue trasladado a Bucaramanga, donde permaneció 6 años como coadjutor de la Iglesia de San Laureano.
En 1881 ingresó nuevamente a la Comunidad Franciscana, pues se había permitido de nuevo la vida monástica en el país.
Más tarde, regresó a Bogotá para la reunión del Capítulo Provincial de los franciscanos, allí fue nombrado capellán de la Iglesia de San Francisco y definidor provincial, en 1895 viajó a Roma para participar del Capítulo General de la Orden Franciscana, tiempo en el cual también visitó los monasterios franceses, conoce al Papa León XIII y al Cardenal Guiseppe Sarto, futuro papa San Pío X.
En 1898, por diferencias con el visitador extraordinario, sacerdote Pedro A. Mas, el padre Almanza Riaño dejó de pertenecer jurídicamente a la Orden Franciscana, no obstante, el Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, lo nombró capellán de la Iglesia de San Diego, que aun siendo franciscana, había sido entregada a la Arquidiócesis por el padre Mas, pues éste consideraba que “ése no era ministerio para franciscanos”.
El padre Almanza continuó aquella parroquia por casi 30 años, tiempo durante el cual creció su fama de santidad y tuvieron lugar algunos sucesos interpretados como verdaderos milagros en vida por la comunidad bogotana de todas las clases sociales, entre los cuales el más famoso que se relata es el de la Virgen del Campo.
Se trata de una talla encontrada bajo un puente ubicado a la entrada de la iglesia, sobre el cual se decía que en las noches aparecía un halo misterioso, y que una vez desmontado salió en una sola pieza, develando así la imagen intacta en sus colores de Nuestra Señora del Campo, patrona de la Arquidiócesis de Bogotá, a la cual se le construyó un camerino en la pequeña ermita que celosamente vigiló el padre Almanza.
A los 15 años ingresó al noviciado en el Convento de San Francisco, sucediendo mientras adelantaba sus estudios la orden de exclaustración de los conventos religiosos dictada por Tomás Cipriano de Mosquera en 1861, por lo cual debió abandonar la vida claustral, refugiándose en un principio en Engativá y después en Pamplona (Norte de Santander) donde terminó sus estudios y se ordenó sacerdote el 27 de mayo de 1866, bajo el auspicio del obispo Bonifacio Toscano.
Inició su labor pastoral como coadjutor del párroco de Pamplona y después como párroco de San José de Cúcuta, donde salvó a los niños de una escuela, casi proféticamente, durante el terremoto que arrasó la ciudad en 1875, pues ese día había llevado a los infantes a dar un paseo a las afueras de la ciudad.
A raíz de esta catástrofe se destruyó su parroquia y fue trasladado a Bucaramanga, donde permaneció 6 años como coadjutor de la Iglesia de San Laureano.
En 1881 ingresó nuevamente a la Comunidad Franciscana, pues se había permitido de nuevo la vida monástica en el país.
Más tarde, regresó a Bogotá para la reunión del Capítulo Provincial de los franciscanos, allí fue nombrado capellán de la Iglesia de San Francisco y definidor provincial, en 1895 viajó a Roma para participar del Capítulo General de la Orden Franciscana, tiempo en el cual también visitó los monasterios franceses, conoce al Papa León XIII y al Cardenal Guiseppe Sarto, futuro papa San Pío X.
En 1898, por diferencias con el visitador extraordinario, sacerdote Pedro A. Mas, el padre Almanza Riaño dejó de pertenecer jurídicamente a la Orden Franciscana, no obstante, el Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, lo nombró capellán de la Iglesia de San Diego, que aun siendo franciscana, había sido entregada a la Arquidiócesis por el padre Mas, pues éste consideraba que “ése no era ministerio para franciscanos”.
Iglesia de San Diego - Bogotá D.C |
El padre Almanza continuó aquella parroquia por casi 30 años, tiempo durante el cual creció su fama de santidad y tuvieron lugar algunos sucesos interpretados como verdaderos milagros en vida por la comunidad bogotana de todas las clases sociales, entre los cuales el más famoso que se relata es el de la Virgen del Campo.
Se trata de una talla encontrada bajo un puente ubicado a la entrada de la iglesia, sobre el cual se decía que en las noches aparecía un halo misterioso, y que una vez desmontado salió en una sola pieza, develando así la imagen intacta en sus colores de Nuestra Señora del Campo, patrona de la Arquidiócesis de Bogotá, a la cual se le construyó un camerino en la pequeña ermita que celosamente vigiló el padre Almanza.
Varios testimonios acerca de su fama de santidad fueron recogidos durante la celebración de sus bodas de oro sacerdotales (1916) y su fallecimiento (1927), aquí compartimos solo algúnos:
"Siempre disponible y dispuesto a prodigar servicios, ayudas, consejos, y a toda hora recibiendo con afable bondad a cuantos buscaron la amistad y colaboración del sacerdote.
En él encontraban siempre los pobres y los ricos, los pequeños y los grandes, los creyentes y los incredulos, justos y pecadores, un corazón que les comprendia y que les animaba, y una mano que les bendecía y les perdonaba. El sacerdote del Altísimo, el rico capitalista, el periodista y el escritor, el humilde obrero, la sencilla sirvienta, el adolescente, la dama de la sociedad, el menesteroso, acudían a él y eran recibidos y muy comprendidos; ayudados y bien dirigidos." (Mr. Rafael Carrasquilla)
"Ni pensar que él condescendiera jamás con el error o con el vicio. Arrancaba de las almas las malas costumbres y los vicios, y se notaba que en su tímido pensamiento jamás anidaban el orgullo, la vanidad y los deseos mundanos. Ha sido siempre un verdadero maestro de humilad." (Marco Fidel Suarez - Presidente de Colombia 1918 - 1921)
Fotografía del Padre Almansa que refleja el semblante humilde que admiro a todos los capitalinos. |
"Ya anciano, su rebosante mansedumbre y su maravillosa dulzura, fruto de su bondad y de la misericordia de su corazón, le infundían un encanto admirable. Amigo de todos, pero sus preferidos eran los pobres, los pecadores, los que estaban pasando situaciones difíciles y los sacerdotes que necesitaran de su perdón y de su animación. En su casa cada persona se sentía como en su propia casa, y el recuerdo de las tardes pasadas en su amigable compañia tan llena de calma y de serenidad, quedaba grabado gratamente para siempre en el ánimo." (A. Gómez Restrepo)
"Ningún sacerdote bogotano vestía tan pobre como el Padre Almansa, pero ninguno era tan amado y venerado por la gente, como él. Su túnica envejecida y remendada lo presentaba como un verdadero pobre de espíritu, de esos que según el evangelio, poseerán el reino de los cielos. Pobre de bienes terrenales, pero riquísimo en cualidades espirituales. Era pobre, era humilde, era silencioso, pero en santidad era el mejor de todos." (Armando Solano)
"El Padre Almansa fue la humildad en persona y la sencillez.
En su retiro y recogimiento ha brillado más por su modestia y por su proverbial
amabilidad que si hubiera ocupado los puestos más brillantes y vistosos. Su
amplitud de corazón le llevaba a juzgar las acciones de los demás con gran
bondad y mucha comprensión. Por su modestia y su carácter benévolo logró
influir notablemente en la sociedad bogotana. Su simplicidad, mansedumbre y
sencillez lo presentaban como un especial imitador de Jesucristo." (Eduardo Castillo)
La noche de su deceso, el 28 de junio de 1927 a las 8:30 de la noche las campanas de la Iglesia de San Diego comenzaron a tocar en toque de difunto, y un gran clamor popular recorrió la ciudad diciendo: “murió el santo, murió el santo”. La noticia estremeció a la pequeña Bogotá de ese entonces, y hasta los bohemios y alcohólicos lloraron la muerte del padre, pues este era al único que se atrevían a confesar sus pecados.
Durante la preparación de su cadáver para ser expuesto y su velorio, la muchedumbre repartió en trozos la ropa que el padre usó en vida para la veneración en casa, a la vez que ponían en sus manos todo tipo de imágenes religiosas.
Crónicas de la época cuentan que era tanta la concurrencia a sus honras fúnebres que una persona podía demorar hasta cinco horas para llegar al sitio donde se exponía su cadáver.
Al padre Almanza se le reconoce la tarea de evangelizar en una de las zonas más complicadas de la ciudad, pues su parroquia se hallaba ubicada entre el pecado, el crimen, la enfermedad y la muerte, pues los edificios colindantes eran el Panóptico Nacional, el Hospicio Psiquiátrico, el cementerio Central y un barrio de bohemios y prostitutas.
El Concejo de Bogotá, por medio del Acuerdo Municipal No.72 de 1927, decidió levantar un monumento en mármol en el lugar donde reposan sus restos mortales.
Abierto el proceso para su beatificación por parte del Señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz (en sus dos elementos medulares de la heroicidad de las virtudes y la comprobación de un milagro atribuido al Siervo de Dios), y terminada su fase canónica diocesana, el mismo fue llevado a Roma en 1996 por el Postulador de la Causa en Bogotá, Monseñor Alvaro Fandiño Franky. Hoy el proceso, estimulado por el Señor Cardenal Rubén Salazar Gómez, prosigue su curso en la Congregación para la Causa de los Santos.
Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Rafael Almansa Riaño fueron promulgadas por el Papa Francisco el 10 de mayo de 2016, convirtiendose así en Venerable, y se da paso al milagro necesario para su beatificación.
Oración para pedir la beatificación
Del Venerable, P. Rafael Manuel Almansa Riaño
¡Oh señor, fuente de todo
Don perfecto y de
toda santidad, que quieres y alientas siempre
la santidad de tus hijos: te pedimos devotamente
que la pronta
exaltación al honor de los altares de
tu hijo sacerdote, El Padre
Almansa, estimule la santidad
de nuestra vida y nos alcance
su intercesión ante tí, que
con tu hijo y el espíritu santo vives y
reinas por
los siglos de los siglos.
Amén.
(Con la aprobación dada el 23 marzo de 1996 por el Arzobispo de Bogotá, Señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz).
Las personas interesadas en obtener mayores informaciones, o que hayan recibido gracias por su intercesión pueden dirigirse a:
Monseñor Alvaro Fandiño Franky
Curia Arzobispal - Carrera 7ª. No. 10 – 20
Teléfono: 350 55 11 Bogotá – D.C.
Curia Arzobispal - Carrera 7ª. No. 10 – 20
Teléfono: 350 55 11 Bogotá – D.C.
Urna con los restos del Venerable Rafael Almansa en la Iglesia de San Diego en Bogotá D.C (Colombia) |
Pintura de la panoramica de la Iglesia de San Diego en tiempos del Padre Almansa. |
Bibliografía:
-www.vanguardia.com - "Virtudes heroicas" del Padre Almansa, primer paso para su beatificación.
- El padre Almansa, el sacerdote más popular de Bogotá, Apostolado Bíblico Católico, 2010.
-www.arquibogota.org.co/causas de canonización/Rafael Almansa Riaño
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