martes, 21 de octubre de 2014

El GOLPE DEL HORMIGUERO - Santa Laura Montoya


Nuestra Santa, no tiene nada que envidiarle a Santas como Teresa de Jesús, Ángela de Foligno o la misma Catalina de Siena!!!. Ella es una mística al puro estilo Colombiano que aunque no recibió visiones extraordinarias si tuvo un contacto con Dios profundo, eterno, transformante y para nada común.

El primero de estos fenómenos místicos ocurre cuando ella solo tiene 7 años, en 1881. Ella lo relata así:


"No puedo asegurar que esto haya sido a los siete años pero tendría un poco más, si no fuera en esa edad precisa.

Me entretenía, como siempre, en seguir unas hormigas que cargaban sus provisiones de hojas. ¡Era una mañana, la que llamo la más bella de mi vida! Estaba a una cuadra más o menos delante de la casa, en sitio perfectamente visible. Iba con las hormigas hasta el árbol que deshojaban y volvía con ellas al hormiguero. Observaba los saludos que se daban (así llamaba yo lo que hacen ellas entre sí, algunas veces, cuando se encuentran) las veía dejar su carga, darla a otra, y entrar por la boca del hormiguero.

Les quitaba la carga y me complacía en ayudarlas llevándoles hojitas hasta la entrada de su mansión de tierra, en donde me las recibían las que salían de aquel misterioso hoyo. Así me entretenía engañándolas a veces y a veces acariciándolas con grande cariño, cuando... ¿Cómo le diré? ¡Ay! ¡Dios sabe padre que estas cosas son tan íntimas y que es tan duro decirlas! Sólo la obediencia las saca fuera. ¡Fui como herida por un rayo, yo no se decir más! Aquel rayo fue un conocimiento de Dios y de sus grandezas, tan hondo, tan magnífico, tan amoroso, que hoy después de tanto estudiar y aprender, no sé más de Dios, que lo que supe entonces. ¿Cómo fue esto? ¡Imposible decirlo! Supe que había Dios, como lo sé ahora y mucho más intensamente; no sé decir más. 

Lo sentí por largo rato, sin saber cómo sentía, ni lo que sentía, ni pude hablar. Por fin terminé llorando y gritando recio, recio, como si para respirar necesitara de ello. Por fortuna estaba a distancia de ser oída de los de la casa. Lloré mucho rato de alegría, de opresión amorosa, y grité. Miraba de nuevo al hormiguero, en él sentía a Dios, con una ternura desconocida. Volvía los ojos al cielo y gritaba, llamándolo como una loca. Lloraba porque no lo veía y gritaba más. Siempre el amor se convierte en dolor. Éste casi me mata.

Desde entonces padre, me lancé a Él, era precisamente lo que buscaba, lo que mi alma echaba de menos. Mis lágrimas por no verlo eran amargas... pero lo tenía. Hoy todavía siento deseos de gritar al recuerdo de esto y me estremezco".

"El Golpe del Hormiguero" detalle de una de las placas que adornan el monumento a la Madre Laura Montoya, que se encuentra frente al santuario que ella construyó, levantado por la Gobernación de Antioquia en 1995.

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