Hay
en la tierra un árbol, árbol maravilloso,
cuya raíz se encuentra,¡oh misterio!, en el cielo.
cuya raíz se encuentra,¡oh misterio!, en el cielo.
Acogido a su sombra, nada ni nadie te podrá alcanzar;
sin miedo a la tormenta, bajo él puedes descansar.
sin miedo a la tormenta, bajo él puedes descansar.
El
árbol inefable lleva por nombre "amor".
Su fruto deleitable se llama "el abandono".
Su fruto deleitable se llama "el abandono".
Ya
en esta misma vida este fruto me da felicidad,
mi alma se recrea con su divino aroma.
mi alma se recrea con su divino aroma.
Al
tocarlo mi mano, me parece un tesoro.
Al llevarlo a la boca, me parece más dulce todavía.
Al llevarlo a la boca, me parece más dulce todavía.
Un
mar de paz me da ya en este mundo,
un océano de paz,
y en esta paz profunda descanso para siempre.
un océano de paz,
y en esta paz profunda descanso para siempre.
El
abandono, sólo el abandono
a tus brazos me entrega, ¡oh Jesús mío!,
y es el que me hace vivir con la vida de tus elegidos.
a tus brazos me entrega, ¡oh Jesús mío!,
y es el que me hace vivir con la vida de tus elegidos.
A
ti, divino Esposo, me abandono, y no quiero
nada más en la vida que tu dulce mirada.
nada más en la vida que tu dulce mirada.
Quiero sonreír siempre, dormirme en tu regazo
y repetirte en él que te amo, mi Señor.
y repetirte en él que te amo, mi Señor.
Como la margarita de amarilla corola,
yo, florecilla humilde, abro al sol mi capullo.
yo, florecilla humilde, abro al sol mi capullo.
Mi
dulce sol de vida, mi amadísimo Rey,
es tu divina hostia pequeña como yo...
es tu divina hostia pequeña como yo...
El
rayo luminoso de tu celeste llama
nacer hace en mi alma el perfecto abandono.
nacer hace en mi alma el perfecto abandono.
Todas las criaturas pueden abandonarme,
lo aceptaré sin queja y viviré a tu lado.
lo aceptaré sin queja y viviré a tu lado.
Y
si tú me dejases, ¡oh divino tesoro!,
aun viéndome privada de tus dulces caricias,
seguiré sonriendo.
aun viéndome privada de tus dulces caricias,
seguiré sonriendo.
En
paz yo esperará, Jesús, tu vuelta,
no interrumpiendo nunca mis cánticos de amor.
no interrumpiendo nunca mis cánticos de amor.
Nada, nada me inquieta, nada puede turbarme,
más alto que la alondra sabe volar mi alma.
más alto que la alondra sabe volar mi alma.
Encima de las nubes el cielo es siempre azul,
y se tocan las playas del reino de mi Dios.
y se tocan las playas del reino de mi Dios.
Espero en paz la gloria de la celeste patria,
pues hallo en el copón el suave fruto
¡el dulcísimo fruto del amor!
pues hallo en el copón el suave fruto
¡el dulcísimo fruto del amor!
(Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz - 31 de Mayo de 1897.)
Poema Musicalizado por las Hermanas Carmelitas del Mar de Plata - Argentina:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario