¡Oh Madre, tan
afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste como a tus
hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede por
nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración. Alcánzanos,
sobre todo, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre
en el servicio de tu Hijo amadísimo, a fin de que merezcamos alabarlo
eternamente en el cielo.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.
Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre.
Amén.
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