VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA: (25 DE ABRIL)
Lecturas de la liturgia: (Ciclo A)
- Primera Lectura: Hechos 4,1-12
"Ningún otro puede salvar"
En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se
les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos,
indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de
los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era
tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los
que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
-
Al
día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los
ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y
Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron
comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron: "¿Con qué poder o en
nombre de quién habéis hecho eso?" Pedro, lleno de Espíritu Santo,
respondió: "Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a
un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a
ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que
ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros
crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su
nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que
desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra
angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado
otro nombre que pueda salvarnos."
- Salmo Responsorial: 117
"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular."
Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su
misericordia. / Diga la casa de Israel: / eterna es su misericordia. /
Digan los fieles del Señor: / eterna es su misericordia. R.
La
piedra que desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular. / Es
el Señor quien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente. / Éste es el
día en que actuó el Señor: / sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor,
danos la salvación; / Señor, danos prosperidad. / Bendito el que viene
en nombre del Señor, / os bendecimos desde la casa del Señor; / el Señor
es Dios, él nos ilumina. R.
- Evangelio: Juan 21,1-14
"Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado"
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos
junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban
juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les
dice: "Me voy a pescar." Ellos contestan: "Vamos también nosotros
contigo." Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los
discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos,
¿tenéis pescado?" Ellos contestaron: "No." Él les dice: "Echad la red a
la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, y no tenían fuerzas
para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús
tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor." Al oír que era el Señor,
Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los
demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra
más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al
saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger." Simón Pedro
subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la
red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad." Ninguno de los discípulos se
atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue
la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de
resucitar de entre los muertos.
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