Poderoso patrón del linaje humano, amparo de
pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz auxilio de los afligidos,
agradable consuelo de los desamparados, glorioso San
José, el último instante de mi vida ha de llegar sin remedio; mi alma
quizás agonizará terriblemente acongojada con la representación de mi
mala vida y de mis muchas culpas; el paso a la eternidad será sumamente
duro; el demonio, mi enemigo, intentará combatirme terriblemente con
todo el poder del infierno, a fin de que pierda a Dios eternamente; mis
fuerzas en lo natural han de ser nulas: yo no tendré en lo humano quien
me ayude; desde ahora, para entonces, te invoco, padre mío; a tu
patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance para que no falte en la
fe, la esperanza y en la caridad; cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios,
tu esposa y mi Señora, ahuyentaron a los demonios para que no se
atreviesen a combatir tu espíritu. Por estos favores y por los que en
vida te hicieron, te pido ahuyentes a estos enemigos, para que yo acabe
la vida en paz, amando a Jesús, a María y a ti, San José. Así sea.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en la útima agonía.
Jesús, José y María, recibid cuando muera, el alma mía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario